Exposición de Sorolla
26 de mayo – 6 de septiembre 2009Comisarios: José Luis Díez, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX, y Javier Barón, Jefe de Departamento de Pintura del Siglo XIX.
Sorolla fue un pintor muy denostado por la vanguardia que le culpaba de ser el causante del inmovilismo que se producía en la península, pero hizo una pintura que gustaba al gran público de su época y también al actual, como se demuestra al ver la gran cantidad de gente que acudió este verano al Prado.
La exposición se encuentra en las salas habilitadas para las exposiciones temporales, situadas en la ampliación del Prado que hizo Moneo. Son cuatro salas, en total cerca de 3.500 metros cuadrados de exposición.
El recorrido se estructura en varios ámbitos. En las salas de la planta baja se exhiben obras de diferentes temáticas que corresponden a las distintas etapas que tuvo que recorrer el artista en su formación. Al principio el ritmo es muy marcado y muy rápido, pero es necesario, pues refleja el aprendizaje del artista, pero poco a poco se va relajando para recrearse más en la pintura. En la primera crujía se reunen los cuadros de pintura social que le dieron fama en las últimas décadas del siglo XIX. A continuación, en una sala casi cuadrada, se encuentran un amplio conjunto de retratos y un desnudo de Clotilde, la mujer del pintor, en los que se pone de manifiesto la profunda influencia de Velázquez en su obra durante los primeros años del siglo XX. Pasadas las cuatro enormes columnas que separan las dos salas de la planta baja, se exhiben sus mejores escenas de playa, pintadas entre 1908 y 1909. Termina esta parte de la exposición con diferentes retratos y con La Siesta, cuadro completamente diferente a todos los demás.
Debido a su significación y a su gran formato, los catorce paneles de la Vision de España pintados para la Hispanic Society of America, que fueron encargados en 1911 a Sorolla por el hispanista norteamericano Archer M. Huntington, ocupan una sala completa de las cuatro en las que se presenta la exposición. Este espectacular conjunto constituye el gran proyecto decorativo de la carrera de Sorolla, además de casi el epílogo de su producción. Estos paneles estaban hechos para decorar la biblioteca de la Hispanic, que más tarde quedó convertida en la Sala Sorolla. Estas obras salen por primera vez de su emplazamiento original, donde había sido colocadas en 1922, y han sido restauradas actualmente.
La colocación de los paneles de Visión de España, es muy distinta de la que tenían en la sala de la Hispanic Society de Nueva York. Están a una altura mucho más baja, pues carecen de los muebles sobre los que estaban colocados en Nueva York, y debajo de ellos se ha colocado un zócalo corrido y blanco que les imprime una gran unidad. Todo lo anterior permite resaltar su grandiosidad y admirar mejor las pinturas sin el abigarramiento que deben tener en el emplazamiento para el que fueron hechos.
En cuanto a la colocación de las demás obras, no hay ninguna novedad. Las pinturas están colocadas de manera cronológica, como en la mayoría de las exposiciones. Parece ser que la manera de presentar las obras de arte, sobre todo las pinturas, no preocupa mucho a ningún comisario pues las siguen exponiendo como a principios del siglo XX, sin ninguna variación. Es verdad que una exposición tiene que tener un sentido didáctico, y que es interesante exponer obras que al gran público les resulta difícil de contemplar, por pertenecer o a colecciones particulares, o por estar en museos de diferentes países, pero también es importante innovar en la presentación de las obras y hay veces que da la impresión de que cuanto más obras se presentan, mejor.
La muestra concluye con la pintura de paisaje, situada en la sala más pequeña de la exposición.
En la exposición de Sorolla una de las cosas que más me gustó fue el cuadro en el que el pintor denuncia la marginalidad de los niños enfermos y como tenían que ir a la playa en la horas en las que el público no estaba allí.Sorolla nos muestra con este cuadro la hipocresía de la burguesía de ese momento y como para la elites lo que no ven no existe y por lo tanto no les hace reflexionar sobre la miseria en la que viven las clases más desfavorecidas
ResponderEliminarLa obra de Sorolla me parece hermosa, especialmente por su luz, por su forma de plasmar lo cotidiano de su época.
ResponderEliminarNo sabría elegir un cuadro como el mejor, cada uno de ellos tienen un motivo para ser creado, y uno siente que el autor lo mima hasta el mínimo detalle
Después de disfrutar una tarde de la exposición, al final, la satisfacción es plena
La pintura de Sorolla siempre que pareció admirable, pero no había tomado conciencia de su magnitud e importancia hasta visitar la exposición, magnifica por muchos conceptos, en particular por su amplitud, marco de exhibición, documental biográfico, intencionadamente pedagógico, etc.
ResponderEliminarSalí convencido de que si este pintor no ha conseguido la fama internacional de los pintores más encumbrados de su época solo se debió a la cicatería de sus coetáneos españoles y al poco eco que las cosas de España tenían por entonces en el extranjero.
Me entusiasmó el conjunto de la obra, pero, por encima de todas, el cuadro que sirvió de icono para la muestra, “Paseo a orillas del mar”. La nobleza reflejada en el porte de las figuras, su atuendo, movimiento, colorido, luminosidad, presente siempre en la obra del autor, hacen de este cuadro una obra maestra, bajo mi punto de vista.
¡Ojalá haya servido esta muestra para difundir su obra y aumentar el prestigio que merece!
Antonio Morales